En jardinería frecuentemente escuchamos la palabra ‘abono’, la cual a veces puede ser causa de confusión.
En este artículo vamos a ver resumidamente todo acerca de estos llamados ‘abonos’.
Para comenzar, las plantas cultivadas casi siempre van a necesitar que le apliquemos ciertos productos; bien sea para curar alguna afección, o bien para mejorar sus producciones o su apariencia, según sea el caso. Son utilizados en la agricultura, silvicultura, producción de plantas medicinales y en nuestro caso, en la jardinería.
Clasificación:
Estos productos podemos clasificarlos básicamente en dos grupos: aquellos que se aplican para curar o prevenir alguna afección (como ataque de plagas o alguna enfermedad), los cuales son llamados plaguicidas, y aquellos que tienen como función mejorar la nutrición de la planta; aquí entran los abonos orgánicos y los fertilizantes minerales.
Plaguicidas:
Los plaguicidas (también conocidos como pesticidas) se utilizan para prevenir, combatir, minimizar, el daño ocasionado por el ataque de otros seres vivos que se alimentan de la planta, como por ejemplo hongos, insectos, o bien sea aquellos que compiten con la planta por nutrientes, como en el caso de las malas hierbas. A su vez, los plaguicidas se clasifican en:
- Insecticidas. Controlan ataque de insectos plaga, como polillas, orugas, hormigas, etc.
- Fungicidas. Sirve para controlar enfermedades causadas por hongos, como royas, manchas foliares, pudriciones, etc.
- Herbicidas. Se utilizan para eliminar malas hierbas.
- Otros: bactericidas, nematicidas, molusquicidas, etc.
Abonos y Fertilizantes:
Los productos que mejoran la nutrición de la planta se clasifican en:
- Abonos orgánicos. Tienen un origen natural, bien sea de origen vegetal o de origen animal. Por ejemplo: humus de lombriz, compost, guano, estiércol, etc. Si bien son más amigables con el medio ambiente, al no tener tanta concentración de nutrientes, deben ser aplicados en mayor cantidad.
- Fertilizantes minerales. Son producidos por la industria. Son productos concentrados y hay que ser cuidadosos al aplicar la dosis adecuada para evitar generar problemas de contaminación. Estos aportan los principales elementos que requiere la planta: Nitrógeno (N), Fósforo (P) y Potasio (K), así como otros elementos importantes, como magnesio, calcio, zinc, hierro, manganeso, etc. Presentan alta concentración de nutrientes y no requiere de aplicar tanta cantidad para cumplir con su función.